Pensar las dotaciones del futuro desde la ciudadanía en acción
Madrid no solo se ha construido a través de grandes planes generales, monumentos históricos, arquitectura imponente y ambiciosas promociones inmobiliarias —elementos que, en conjunto, impulsaron la conocida «burbuja inmobiliaria». La ciudad también ha tomado forma de otra manera: a través de iniciativas ciudadanas que forman la Cara B de una ciudad cada vez más plural: lo que hemos llamado en nuestro proyecto homónimo Los Madriles. Prácticas innovadoras en áreas sociales, tecnológicas y económicas que nos muestran cómo podemos reinventar la ciudad desde la ciudadanía.
Entre ellas se encuentran los huertos urbanos comunitarios: espacios donde se cultiva, además de plantas, otro tipo de relaciones sociales y se diseñan en colaboración algunos de los jardines más interesantes de Madrid. Muchos huertos han desbordado las capacidades de la administración local, lo que inicia un proceso ejemplar de legalización en el que técnicos de la administración y participantes de los huertos trabajan en colaboración.
Los huertos son laboratorios de fórmulas de gestión compartida, donde el Ayuntamiento proporciona infraestructuras y los ciudadanos deciden cómo utilizarlas. Lugares especialmente interesantes para el aprendizaje colectivo y el cuidado público, combinando innovación social y desarrollo de conocimientos técnicos.
Esto dinámica crea la necesidad de infraestructuras dentro de estos espacios que faciliten el aprendizaje. Nuestro proyecto de Escuela de Huerta Urbana en San Fermín parte de esa necesidad.
«El barrio de San Fermín es un puzzle», explica Víctor Renes, director de la Asociación de Vecinos de San Fermín. Este barrio puntero en prácticas ciudadanas se encuentra en el límite del río Manzanares, donde las huertas solían ser el paisaje habitual. Aquí se estableció la primera escuela de huertos urbanos, y en su lugar el Ayuntamiento construyó el polideportivo más grande de la ciudad: La Caja Mágica.
La Escuela de Huerta Urbana de San Fermín propone un enfoque híbrido de gestión entre ciudadanos y administración que tenga una traducción directa en la forma en que se construye y diseña el edificio. Un espacio en evolución permanente, nunca inaugurado, que se piensa no solo como estructura sino como infraestructura para desarrollar proyectos de renovación en otras partes del barrio.
Si en los años 70, Robert Venturi propuso entender mejor la arquitectura del presente con su lema «Learning from Las Vegas» (Aprendiendo de Las Vegas), hoy en día está claro que uno de los caminos que la arquitectura debe seguir es «Learning from citizens» (Aprendiendo de los ciudadanos).